A veces, me siento herido e hiriente, cansado de descifrar las representaciones del teatro de la vida. Molesto, por una realidad en la que te ves envuelto, en la que participas dándote cuenta. Enfadado, contigo mismo, porque la obra te afecte, por creerte las lágrimas en el tercer acto. Desilusionado, por haber anticipado la escena, donde el pirata huía con el corazón de la dama. A veces, me gustaría escapar a ninguna parte, donde no sea necesario mentir o representar papeles de malo para que la obra fuera apasionante. En cambio, en otras, sólo me gustaría descansar en silencio, callar el yo que defiendo y que me defiende. Comprender que todo es lo mismo, reflejos de
“Esta vida es como un sueño una ilusión
Y hacia los que no saben cultivo compasión
Yo del espacio vacio me alimento.”
Extracto de una canción de Milarepa.