Ayer hablé con Arnie, continúa arrastrando el recuerdo de Sue Lynne.  Traté de hacerle comprender, que la forma en que nos relacionamos con el mundo es egoísta. Siempre estamos intentando agarrar algo o por el contrario rechazando. Queremos lo que nos viene bien y rechazamos lo que nos causa dolor, pero, en el fondo, tanto una como la otra, son caras de la misma moneda. El mundo por el que transitamos, no está fabricado a gusto de intereses particulares y, posiblemente, tampoco, de colectivos. 

Los discursos que se repiten, suelen ser siempre los mismos: "yo ponía más de mi parte, con todo lo que lo quería, estaba ciego. Ahora me dedicaré a mi mismo, me dedicaré tiempo, antes se lo dedicaba todo a  ella, a su familia, a sus cosas". Que cara más dura tenemos, siempre fuimos egoístas, siempre invertimos vitalmente por nuestro interés, por nuestras necesidades. El problema es que no se nos devolvió de acuerdo a nuestras expectativas.

Algunas  culturas han descubierto, que el dolor es  inevitable, pero, el sufrimiento en muchos casos, sí lo es. Nuestra búsqueda neurótica, se conoce como la búsqueda egoísta de la felicidad. No nos dejamos tocar mínimamente por el dolor, el dolor de la perdida, el de la renuncia y, en cambio, terminamos pagando con sufrimiento. El dolor suele ser buen maestro, revelador, es por esto, que la anestesia oculta la sabiduría que esconde. 

Por supuesto, es fácil decir esto, si estas fuera del fango, desde luego, de dentro del charco, no se ve nada y las emociones te paralizan. Es posible que para Arnie, sea tarde, y no le quede otra que cargar con la cruz en forma de dolor y sufrimiento siendo nosotros los que no comprendamos, que lo que está entre sus neuronas, es más fuerte que su voluntad.  Confío en que el tiempo calme sus emociones y encuentres paz, pero Arnie, lo que no puedes, es, separar la mirada de lo que la vida te esta dando, la oportunidad de ser mejor persona y amante.